y Bram van Velde
María Cecilia Salas Guerra*
La experiencia de la melancolía, en sus diversas acepciones, ha sido largamente explorada en la literatura y en el arte, de ello dan cuenta autores como Erwin Panofsky, Rudolf Wittkower y Roger Bartra, entre otros, quienes se ocupan del asunto básicamente desde la iconología y la antropología, haciendo posible una reconstrucción de las imágenes de la melancolía en Occidente desde la antigüedad griega hasta la Modernidad. Pero, con otro enfoque, las reflexiones de Jean Clair, Giorgio Agamben, Lászlo Földenyi y Lars Svendsen, entre otros, permiten descubrir diversos modos de cristalización –a partir del Renacimiento- de la melancolía de la imagen; es decir, se evidencia el tránsito de la melancolía como tema en el arte y en la literatura, al reconocimiento del carácter melancólico de las imágenes de la fatalidad que se impone al hombre, de la fragilidad de la existencia y sobre todo de la conciencia de lo no discursivo y de la inanidad del yo en la Modernidad. Este trabajo estará centrado, entonces, en la melancolía de la imagen, particularmente en el diálogo de Samuel Beckett con la pintura de Bram van Velde.
* Psicóloga. Universidad de Antioquia. Magíster en Ciencias Sociales con énfasis en psicoanálisis, cultura y vínculo social. Universidad de Antioquia Título de Estudios Avanzados –TEA- en Problemas del pensar filosófico. Universidad Autónoma de Madrid. Doctora en Filosofía. Universidad Autónoma de Madrid
Docente Departamento de Estudios Filosóficos y Culturales, Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. Departamento de Artes Visuales, Universidad de Antioquia.
La visión suprema y la poesía filosófica
Luis Guillermo Quijano*
Esta ponencia estará dedicada a la relación que Platón tiene con los misterios órficos y eleusinos, en cuanto retoma de ellos la importancia de la visión suprema o epópteia para la poesía que, de alguna u otra forma había sido abandonada por los poetas a partir de Homero. Se mostrará cómo Platón la reivindica en su teatro filosófico, no sin haber reescrito a los dioses (condición de toda escritura) y reestructurado de nuevo su importancia para la construcción del nuevo Estado. Esto es, si los órficos reescriben a los dioses para alejar al individuo de la polis, Platón hará otro tanto pero esta vez, para que el individuo sea parte integral del mismo. En última instancia, que el individuo, a través del teatro filosófico se vea compelido como actor del nuevo Estado en el que renuncia a su deseo particular en aras del bien universal.
* Pregrado (1999) y Maestría (2005) en filosofía en la Universidad de Antioquia. Es profesor y director de la Escuela de filosofía en la Universidad Tecnológica de Pereira desde 2007 y profesor de la Escuela de Música de la misma universidad. Desde el 2008 es el investigador principal del grupo en Estética y Expresión y trabaja en el desarrollo del proyecto “Mímesis I”.
De la estética a la ética narrativa: un estudio de caso
Susana Henao*
El presente trabajo pretende lograr, a través de un rastreo comparativo, la comprensión de las relaciones entre el sujeto y los juegos de verdad de la vida ética, las relaciones de poder, la concepción de yo y de mundo de los personajes en dos novelas latinoamericanas: La tejedora de coronas y Gran sertón: veredas. Ambas obras fueron escritas en el siglo XX y relatan diferentes asuntos, pues la novela colombiana describe el mundo de la Ilustración europea del siglo XVII visto a través de los ojos de una criolla, y la obra brasileña se refiere al mundo sin tiempo de los habitantes del desierto nororiental del Brasil, a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Sin embargo, y paradójicamente, la novela sobre el siglo XVII asume los códigos de la modernidad y en ella reconocemos los mismos valores vigentes hoy en día para los miembros de la cultura occidental, mientras que la novela sobre el siglo XX nos habla de un mundo anacrónico pero real, que todavía no se enfrenta a las visiones y problemas de la modernidad, pues permanece en el aislamiento y conserva los modos propios de ser y de sentir de colectividades más primitivas. Ambas novelas se constituyen, entonces, en el motivo perfecto para rastrear las formas de valoración estética y moral de dos sociedades antagónicas, pues la una, la moderna, se inclina hacia la racionalidad individual de sus códigos comportamentales, mientras la premoderna guarda los valores propios de una sociedad colectivista que justifica de manera narrativa las decisiones propias de su actuar. La escritura de novelas como práctica estética pone de presente los innumerables mundos en los que distintas formas de la subjetividad narrativa postulan formas de verdad no previstas desde los juegos de reglas, normas y principios vigentes en la cultura. Por esa razón novelas y narraciones son aceptadas como parte del repertorio artístico que visibiliza las opciones de nuevas experiencias de vida.
La legión de los plagiarios: casos de la vida real
Rigoberto Gil Montoya*
Como robo, el plagio es un acto punible a la luz de ciertas normas jurídicas, en las que se defiende la figura de autor y el principio de autoridad. Como juego y recurso, el plagio puede llegar a ser opción, a la luz de ciertas formas de la escritura creativa. Con las normas jurídicas suele jugarse y este acto de irreverencia no lo perdonan los jueces. En la escritura creativa suele plagiarse y este acto de memoria voluntaria no lo castigan los lectores, tal vez porque se entiende que lo que está en juego es la tradición, el diálogo por otras vías. No es fácil trazar los límites entre el mundo real de la retórica jurídica y el mundo real de la imaginación creativa. Me ocupo aquí de dos casos recientes de plagio y a partir de allí, pretendo leer algunos síntomas del plagio en dos ámbitos complejos: el de la academia y el de la creación artística. Ojalá seas el lector que este texto aguardaba.
* Doctor en Literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México y profesor titular de la Universidad Tecnológica de Pereira. Ha publicado los libros El laberinto de las secretas angustias (Editorial Lealón, 1992), Premio Nacional de Novela “Ciudad de Pereira”, La urbanidad de las especies (1996), Perros de paja (Cine Club Borges, 2000), Nido de cóndores: aspectos de la vida cotidiana de Pereira en los años veinte (Ministerio de Cultura, 2002), Retazos de ciudad (Universidad de Caldas, 2002), Pereira: visión caleidoscópica (Instituto de Cultura, 2002) y Plop (Sic, Editorial, 2004).
Primer finalista en el Concurso Nacional de Crónica Urbana “Luis Tejada” (1997), auspiciado por el Instituto Distrital de Cultura y Turismo. Esta misma entidad le otorgó Mención Honorífica en el Concurso Nacional de Cuento, versión 2001. El Ministerio de Cultura le concedió el Premio Departamental de Historia, primera versión 1998. Obtuvo Mención de Honor en el Premio Enka-Andino de Literatura Infantil en su cuarta convocatoria. Ganador del concurso de ensayo “Caldas 100 años” con su libro Guía del paseante.
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